lunes, 5 de agosto de 2019

Unos saberes útiles y desinteresados (IV)

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Quien estudie, aunque sea un poco por encima, los sucesivos planes de estudio (en la educación secundaria y en la universitaria), habrá observado una progresiva especialización, casi una atomización, de los saberes. Muchos aún recordarán los dos cursos comunes universitarios de Filosofía y Letras, que daban un bagaje cultural notable (Literatura, Historia, Arte, Filosofía, Lenguas clásicas, Geografía...). 
Es sin duda el mundo laboral el que exige una creciente especialización en el saber. Pero también es cierto que ese mundo laboral se nos aparece como algo inestable: cuántas personas deben cambiar de ocupación por motivos bien diversos, cuando ese cambio no significa quedarse sin trabajo. Si ese individuo sólo se ha preparado para una minúscula parcela profesional, se encontrará perdido en un mundo demasiado competitivo. Le faltarán armas para luchar. 
Creo que es un error trasladar la especialización profesional a los estudios secundarios y, en parte, también a los universitarios. Demos a nuestros estudiantes una preparación humanística suficientemente amplia como para tener una visión comprehensiva de la realidad. 
Tras un breve nombre (Latín, Griego) se esconde el estudio de todo un mundo rico y complejo: lengua, historia, política, costumbres, arte, religión... Palpita el alma de todo un pueblo que supo crear algo duradero. Tanto, que aún hoy bebemos de esa sabiduría.
Dejemos que la universidad sea eso: una «universitas» globalizadora, capaz de interpretar la complejidad del mundo actual. Tiempo habrá para descender a los detalles a través de estudios de postgrado y en la iniciación a la vida profesional. Organizar la enseñanza exclusivamente en función de la profesión equivale a cerrar futuros campos de actuación, con el peligro que ello comporta, y a limitar la formación a una mera trasmisión de conocimientos, la mayor parte de las veces unidireccional.
En parte, ¿no se deberán a eso las dobles titulaciones que hoy tanto abundan? Claro que, en algunos casos, hay un intento de rentabilización de unos estudios poco frecuentados. Pero, en otros, la posibilidad de abrir un abanico de salidas profesionales al estudiante es evidente. Quizá han comenzado a darse cuenta de que la excesiva especialización no es tan buena como parecía...


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