Son abundantes los ejemplos de eminentes científicos que fueron, a la vez, grandes humanistas. Aunque no sea la tónica habitual, se trata de una simbiosis perfectamente compatible. Y viene bien recordarlo, ahora que parece acrecentarse cada vez más la dicotomía, sobre todo el los inicios de la vocación de los estudiantes.
El autor del artículo nos ofrece varias consideraciones dignas de ser meditadas:
La ciencia y el humanismo son dos buenas causas en las que ocupar la vida. Dos grandes motivos para vivir plenamente. Pasión científica, sentido humanista, son significados intensos, calificaciones que ennoblecen el quehacer de un ser humano.
¿Cómo decidirse por la pasión científica o la vocación humanista? Más aún ¿debe uno decidirse? No sé cuál es la buena solución, ni sé si es posible llegar a ella. Acaso baste con que la opción personal que se tome tenga el rasgo de la coherencia de pensamiento.
De lo que no tengo duda es de que vale la pena apasionarse. También vale la pena comprometerse y vivir la vida intensamente.
Unos que hagan avanzar la ciencia tanto como puedan. Otros, o los mismos, que se preocupen por educar lo mejor que sepan a las nuevas generaciones. Todos que se sientan comprometidos con la sociedad que les rodea, y que nada de lo que le ocurre a los demás lo consideren ajeno. Lo importante es mirar siempre hacia el futuro, estar convencido de que un mundo mejor es posible y luchar por él.
Tan sólo se me ocurre matizar que no es incompatible, como parece decir el autor, hacer avanzar la ciencia y educar a las nuevas generaciones.
Al final del artículo, una cita muy adecuada de Terencio que conviene no olvidar nunca:
Al final del artículo, una cita muy adecuada de Terencio que conviene no olvidar nunca:
Homo sum, humani nihil a me alienum puto.
1 comentario:
Totalment d'acord, Lluís.
Está bé recordar-ho. Per què ciència sense humanisme només pot portar a un progrés econòmic beneficiós per a uns pocs.
Salutem plurimam
S.
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