Aunque uno se haya jubilado ya hace
un tiempo, cuando llega septiembre no
puede evitar un sentimiento, por un lado, de complicidad con los compañeros
que siguen al pie del cañón; y, por otro, de una cierta añoranza de las aulas:
más que de las aulas, de su contenido,
los alumnos.
Todo ello se manifiesta en una
atención especial a lo que los medios nos ofrecen alrededor del comienzo de
curso y cuestiones colaterales.
Y esa atención se dispara cuando
aparecen noticias referentes a las humanidades.
Tal es el caso de lo ocurrido hace unas fechas –el
día de san Agustín, para mayor coincidencia-: leí en “La Vanguardia” un articulo
que hablaba de unos cuantos alumnos universitarios que, teniendo notas de
acceso muy brillantes, habían optado por cursar el grado de Filosofía. Algo así, también sucede con cierta frecuencia
en buenos alumnos que cursan Filología Clásica.
Parece que ese es el caso –el de
Filosofía- de una cuarta parte de los alumnos que se matriculan en ese grado cada
año en la Universitat de Barcelona: estudiantes con nota superior a 12 puntos
en las PAU. Eso ha dicho el decano de esa Facultad. Y, sobre esos alumnos, comenta:
su rol es fundamental en la sociedad. Son
personas capacitadas, competentes, que han apostado por el conocimiento crítico
y reflexivo de una forma generosa y pura.
Y acaba añadiendo: Nos equivocamos al creer que la universidad
debe formar para trabajar. No es así, o, en todo caso, no sólo es eso.
Es interesante el razonamiento de Paula (12 puntos como nota
de acceso a la universidad) y que cursarà este año Humanidades: Me ha
costado tomar la decisión porque cada vez que lo decía en voz alta alguien me
desanimaba. La gente que me rodea me pregunta: ‘Y después, ¿qué?’. Pero una vez
he admitido que esto es lo que me gusta, ya no dudo. Y añade su interès por
profundizar en el arte: Una obra requiere el contexto filosófico,
histórico, literario... quiero conocerlos todos. Me regalo estos cuatro años
para disfrutar.
Un profesor emérito de Física de la
Universidad de Granada (Eduardo Battaner), ha publicado hace poco un ensayo con este titulo: Los pecados de dos grandes físicos. Los dos grandes físicos son Newton y
Einstein . Sus “pecados”, los va desgranando a lo largo de su obra, pero uno de ellos puede ser el que
cita refiriéndose a la falsa oposición ciencia-humanidades: la separación entre ciencias y humanidades
es artificial y nociva; tanto Newton como Einstein tenían una gran preparación
filosófica; eran pensadores antes que físicos; se encaramaron a la rama de la física trepando
por el tronco de la filosofía.
El tema de la elección de estudios humanísticos da para más. Será cosa de otro día.
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