viernes, 19 de abril de 2013

Aún estamos aquí

¿Puede continuar el hecho de que no se produzca un solo libro en España sobre antigüedades clásicas –latín y griego–, que merezca la pena incorporarse a la bibliografía internacional sobre estas materias? (1)
Estas palabras las pronunció Américo Castro en 1928, y recogían muy sinceramente el deplorable estado de la filología clásica en España en el primer tercio del siglo XX.
De hecho, los estudios universitarios de clásicas no comenzaron hasta 1932, cuando empezó en la Complutense la correspondiente licenciatura.

Pero, así como fue tardía nuestra incorporación al clasicismo universal, se hace necesario reconocer el florecimiento espectacular que la filología clásica experimentó, sobre todo desde la mitad del siglo XX.

Surgió entonces toda una generación irrepetible que colocó a España en el mapa filológico clásico mundial. Sólo cabe citar nombres como Alvar, Lasso de la Vega, Mariner, Fernández Galiano, Cirac, Rodríguez Adrados, Valentí Fiol, Bassols, Alsina, Bastardas, Sánchez Ruipérez, Dolç... y tantos otros. De ellos, y de sus discípulos y continuadores, vive aún nuestra filología y el prestigio bien ganado en el ámbito internacional.

Pues bien: al lado de esta situación, y en triste contradicción con ella, la presencia en la educación secundaria del latín y del griego no ha hecho más que bajar desde mediados del siglo pasado. Y las perspectivas no son precisamente halagüeñas...

Al empuje ya mencionado, adquirido por los altos estudios de filología clásica, se ha unido en los últimos años un verdadero auge de los métodos didácticos y de todo cuanto puede contribuir a mejor enseñar nuestras materias. 
Si hace medio siglo se estaba malbaratando el genio investigador cada vez que se recortaban los estudios de latín y de griego, ahora se dilapida la multitud de recursos con que cuentan nuestros profesores siempre que la presencia de lo clásico disminuye en las aulas.

He intentado recoger las iniciativas, actividades y estrategias -directamente relacionadas con la antigüedad clásica- desarrolladas en los último dos o tres meses. Estoy convencido de que me dejo bastantes, pero ahí va una muestra significativa:
Cartel de los Ludi Saguntini 2013
Y podríamos seguir durante un buen rato enumerando otros eventos.

Ante este panorama, ¿es de sentido común arrinconar unos estudios que demuestran tal presencia en el ámbito didáctico? Y aún deberíamos añadir el uso de las nuevas tecnologías en las materias clásicas: basta darse un paseo por Chiron y ver los más de 400 blogs allí sindicados, o las 35.000 fotos utilizables, o los 6.600 documentos integrados en el marcador social, etc., etc.

A las puertas de la enésima ley de educación, debemos seguir dando la batalla para que los cimientos de nuestra cultura sigan otorgando firmeza a nuestra civilización.
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(1) Palabras recogidas por Francisco García Jurado en "El nacimiento de la Filología Clásica en España. La Facultad de Filosofía y Letras de Madrid (1932-1936)". Estudios Clásicos, nº 134, 2008.


1 comentario:

eduideas dijo...

Totalmente de acuerdo pero que las prioridades de nuestros gobernantes van en otra dirección....