Leí ayer, gracias a Carlos, un sabroso artículo de Ian Gibson titulado "Reivindicación del latín".
Recomiendo su lectura aunque el contenido es bien conocido por casi todos. Porque, además del abandono del latín en muchas esferas, incide en un aspecto que creo fundamental: el método.
Ya en muchas de sus obras Comenius se lamentaba de que, un alumno que estudia cualquier lengua moderna, la aprende en un tiempo prudencial, mientras que pasa años y años con el latín sin ser capaz de saberlo mínimamente bien. Es más, corre serio peligro de llegar a aborrecerlo. Este diagnóstico del siglo XVII sigue siendo válido hoy.
Soy testigo -la verdad que bien reciente- de que un método como el Orberg puede romper esta dinámica tan frecuente en torno al latín: prevención, aburrimiento, abandono..., odio.
Si el profesor procura además aliñar sus clases con las oportunas y frecuentes referencias a la riquísima cultura latina, con visitas a museos, talleres o yacimientos asequibles por su cercanía, con la asistencia a alguna representación teatral, o con alguna celebración (comida romana, por ejemplo), la asignatura no solo abandonará los últimos puestos del ranking estudiantil, sino que incluso pasará a ocupar el status de materia privilegiada. Y no porque durante el curso todo sea sencillo, o se lo pasen bien -que también-, sino porque le ven un sentido. Los alumnos de latín -y de griego-, que antes iban pidiendo perdón a sus compañeros por haber elegido tamañas rarezas, doy fe que ahora presumen de hacer algo que les gusta y de que aprenden... disfrutando.
Quizá muchos piensen que he exagerado un tanto. Pero estoy seguro de que más de un colega puede afirmar algo parecido. Probablemente no consigamos que salgan de nuestras aulas grandes filólogos (o quizá sí...), pero estaremos poniendo nuestro grano de arena para evitar un deterioro monumental de nuestra cultura. Porque, como dice Ian Gibson en ese artículo, sin latín no se puede entender nada de la civilización occidental.
2 comentarios:
Todo esto del latín por inmersión está muy bien porque tiene mucho de motivador y a los alumnos les resulta muy gracioso. Escuchar las clases en latín de Luigi Miraglia es una delicia... Sin embargo, quiero dejar claras varias cuestiones:
1. El método Oerberg, que data de los años 60, nunca llegó a imponerse incluso en una época en que el Bachillerato disponía de varios cursos de latín más que ahora.
2. ¿Qué nos hace pensar que en dos años de Bachillerato (y uno en la ESO) nuestros alumnos van a poder defenderse, USANDO ESTE MÉTODO, con el latín, que es una lengua flexiva -un concepto ajeno al castellano-, de corpus, es decir, que no se habla, y eminentemente literaria, cuando llevan desde los tres años estudiando inglés por inmersión y da pena oírlos hablar?
Latín hablado... claro que sí, en los años de Facultad, como complemento o divertimento... Pero dejémonos de tonterías: yo, en dos años, tengo que enseñar latín a mis alumnos con la gramática, si quiero que traduzcan las Catilinarias... Y casi nunca lo consigo... Pero de la otra manera mucho menos.
¡Joer!, que la gramática no muerde y puede resultar muy entretenida...
Los tiros de la administración van por fomentar la Formación Profesinal y las asignaturas que ellos consideran de " Ciencias ". No les interesa ni el latín ni el griego ni la música o la filosofía ni el francés. En una palabra, estan creándo una sociedad a su medida y a la medida de la empresa.
Esta gente no se entera, el latín es el origen de las lenguas románicas, es una lengua lógica que desarrolla en los alumnos muchas capaciadades ( razonar por ejemplo )
Ánimo, está visto que no lo entienden ... se lo cuenta una profe de francés
Un cordial saludo
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