viernes, 12 de diciembre de 2008

¿Cómo se aprende a enseñar?

Gracias a Hermes, que siempre otea el horizonte a la búsqueda de temas relevantes, me entero del artículo publicado el pasado 8 de diciembre por Andrés de la Oliva, titulado "La estafa del enseñar a enseñar". Su lectura me ha hecho revivir algunas ideas meditadas ya hace tiempo, y que la experiencia ha ido afirmando año tras año. Fundamentalmente una: ¿cómo se aprende a enseñar?

El autor del artículo carga duramente contra el C.A.P. (Certificado de Aptituud Pedagógica). De él dice:
Este curso jamás se ha sometido a una evaluación objetiva entre los profesores de secundaria y bachillerato. Se sabía de sobra que los profesores no sólo no avalarían su utilidad, sino que lo valorarían como una estafa o una impostura.
Ahora, el establecimiento de un Máster de Formación del Profesorado vuelve sobre lo mismo y, además, vendrá a sustituir al último curso de preparación específica de la carrera. A lo largo del artículo, Andrés de la Oliva dirige sus dardos contra los pedagogos de libro:
Por lo visto, los únicos que saben lo que se necesita en las aulas son los que jamás han pisado un aula. Por lo mismo, los únicos que saben cómo se enseña matemáticas, gramática o historia, son los que no saben ni matemáticas, ni gramática, ni historia (pero son, en cambio, expertos en enseñar a enseñar cómo se aprende a aprender).
Yendo a lo positivo, hay un párrafo que suscribo de manera especial:
Y todavía es más falso que haya un saber que no sea ni física, ni latín, ni geografía, y cuyo contenido sea el enseñar en general para cualquiera de esas disciplinas. Un profesor debe saber captar la atención de los alumnos enseñándoles a amar el conocimiento, y para lograrlo no hay otra garantía que su propio amor por el conocimiento. Las matemáticas, la historia o el derecho procesal son apasionantes y la obligación de un profesor es saber transmitirlo a sus alumnos. Ahora bien, su mejor arma, en realidad su única arma, es saber matemáticas, historia o derecho procesal.
O sea: que saber enseñar una materia supone conocer bien esa materia y, sobre todo, amarla y hacerla amar a los alumnos. Y esto solo se consigue a base de tiempo, de preparación y de una buena dosis de entusiasmo. Dedicar esfuerzo a enseñar a enseñar puede parecer muy loable, pero deberíamos preguntarnos: enseñar a enseñar... ¿qué?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues yo pienso que una formación específica en didáctica es muy importante para el profesorado. Lo que falla es más bien la formación de esos "profesores de didáctica". Bien está que haya unos cuantos conceptos generales básicos, pero lo fundamental es lo práctico y lo específico de cada disciplina. Un buen curso de "didáctica del latín" (impartido por pedagogos expertos en latín), sería utilísimo para los futuros docentes, pero lo que se pretende es ofrecer un curso de vaguedades generales, y eso, claro, sí que es una estafa.

Anónimo dijo...

me suscribo 100% a tus palabras Luis. Para poder enseñar primero hay que conocer en profundidad lo que se pretende enseñar, eso no se lo quita nadie, pero principalamente hay que amr lo que se enseña, es el enstusiasmo que eres capaz de ofrecer hacia lo que haces lo que hace que captes también el entusiasmo del alumno, su atención, hay que intentar enamorarlo con el mejor regalo que le puedes dar, el conocimiento; y todo esto lo da el tiempo, la experiencia. Pero sobre todo no te debes creer que todo lo sabes tú, muy al contrario, hay que estar abierto a lo que casi sin darse cuenta son capaces de enseñarte tus propios alumnos (que es mucho y a la vez muy bello).No es otra que una relación amorosa donde la reciprocidad de lo que se da y se recibe es la constante.
Saludos. Mariachu.