OTRA PROMOCIÓN MÁS...

¡...y van ya más de treinta!
Tenía pendiente de comentar los resultados de la Selectividad de mis alumnos de segundo de bachillerato.
En la primera entrada del mes de septiembre, decía, refiriéndome a los que habían acabado el bachillerato el curso anterior:

Ellos y yo hemos compartido dos años de su vida y de la mía. Quienes se dediquen a esto de enseñar saben que lo más agradable, junto con el positivo aprovechamiento de las clases, es mantener a lo largo del curso un ambiente de grata convivencia, de confianza y de entendimiento. Y creo que, con los naturales altibajos, esa fue la tónica de las clases de latín y de griego durante el curso pasado con mis doce μαθηται και/et discipuli. (...)

Y ahora comienza un curso para intentar alcanzar unos objetivos parecidos. Ojalá que, al acabar, pueda decir que lo hemos conseguido. El punto de partida es optimista, porque el grupo que en breve iniciará segundo de bachillerato es potencialmente bueno. Para hacerlo realidad tenemos bastantes meses por delante.

A la hora de hacer balance del curso que ya ha terminado puedo decir que sí: que, globalmente, los objetivos se han conseguido.
También este año todos mis alumnos de Latín y de Griego han aprobado el segundo de bachillerato, y han superado igualmente la Selectividad. En algunos casos, brillantemente y, en otros, incluso con sorpresas agradables.

Las despedidas tienen siempre un halo de tristeza, sobre todo cuando no se pretende únicamente transmitir conocimientos, sino ir un poco más allá: buscar complicidades oportunas, intentar motivaciones, elevar los ánimos...
Hace pocos días, una de las alumnas me envió un correo electrónico diciéndome que valoraba el hecho de hacerles ver las cosas desde otro punto de vista. Cuando le pregunté a qué se refería, me explicó que a superar los malos momentos tirando hacia arriba, ofreciendo una visión positiva de la realidad. He de reconocer que esa consideración me satisfizo más aún que el notable que se había ganado a pulso a base de esfuerzo personal (quizá por eso...).

Sea como sea, ¡es bonita la tarea de educar!