Esta semana, ha sido tiempo de reencuentro con los alumnos de segundo, acabado ya su viaje a Roma. La vuelta a los libros siempre se hace cuesta arriba, y esta vez no ha sido una excepción. Me han contado algunas cosas, no muchas, de lo que habían visto, y de ciertos tropiezos con los italianos, que saben ser muy suyos con los turistas, y más cuando son estudiantes.
Además, estos días ha habido un componente especial: esos mismos alumnos de segundo de bachillerato habían de hacer la pre-matrícula de la selectividad. Y, entre otras cosas, en ella había de figurar qué asignatura de modalidad escogían para examinarse. El dilema, para los que cursan Griego, era decidirse entre esta asignatura u otra (Geografía o Literatura, según los casos). Yo me había propuesto informarles de todos los detalles que debían tener en cuenta, pero no decantar su balanza hacia ningún extremo. Y eso, a pesar de que lo intentaban: Y tú... ¿qué harías en mi lugar?
Me mantuve firme y cumplí con mi propósito.
Y hoy me he llevado una alegría de aquellas que no te esperas y que, de verdad, resulta reconfortante. Les he preguntado qué habían elegido (el plazo acababa hoy mismo). Todos y todas se han decidido por el Griego.
Sé que hay profesores que prefieren que los alumnos no se examinen de su materia en la selectividad: así se sienten más libres en sus clases, y no se ven encorsetados por un programa.
Es evidente que es una ventaja. Sin embargo para mí hoy es un día feliz. Quizá me equivoque, pero he visto la decisión de mis alumnos como una muestra de confianza en que irán bien preparados. Por supuesto, no les defraudaré. Y ellos, como consecuencia de su libre elección, seguro que responderán.
1 comentario:
Seguro que irán bien preparados. Lo peor serán los nervios, ya lo sabes, que son traicioneros.
Por cierto, me encanta la imagen que has puesto. Podría competir como fondo de escritorio :-)
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