Por último,
desearía subrayar algunas ideas que nos hacen entender mejor la validez, hoy,
del estudio de la antigüedad.
El mundo clásico es tal porque trasciende lo pasajero, las modas, lo coyuntural y parcial. Es clásico todo aquello que permanece, que es esencial a la condición humana, que cala en lo más hondo de nuestro ser y que nos ayuda a formarnos una opinión seria y profunda del hombre y del mundo.
Si
sabemos transmitir a nuestros alumnos esta realidad, les estaremos preparando
para valorar debidamente el mundo que les rodea. Sabrán desenmascarar con más
facilidad los engaños sutiles que acechan a su alrededor; conocerán el
verdadero valor de las cosas y las subordinarán al interés más alto de las
personas; distinguirán un argumento puramente sentimental de lo que es una
concepción profunda y seria del hombre. Hay demasiada gente hoy que valora la
vida con parámetros meramente sentimentales, y han dejado muy atrás todo lo razonable,
cuando no lo han olvidado absolutamente.
Ciertamente,
prima lo sentimental (‘me gusta’, ‘ya no me apetece’…) sobre la razón. Así, no
se puede calibrar correctamente nuestra actuación ante hechos y personas.
Aprender a pensar: he aquí una asignatura pendiente de muchos de los sistemas
educativos al uso. Recuerdo que algunos de mis antiguos alumnos valoraban, del
estudio de los clásicos, precisamente eso: el hábito adquirido de razonar los
argumentos, de pensar con calma las cosas, sin dejarse llevar de las primeras
impresiones, que suelen ser casi siempre sentimentales.
Tendrán
así nuestros alumnos, pese a su juventud, todo el acervo cultural que otros han
construido antes que ellos, y que no se ha marchitado en el transcurso de los
siglos sino que, al contrario, se ha demostrado imperecedero. Luchemos contra
la etiqueta de «lenguas muertas» que algunos nos han colocado. El latín y el
griego no son lenguas muertas. Al contrario, son lenguas que, gracias a su
vitalidad, han construido el mayor edificio cultural de la historia. Y cuando,
por avatares históricos y políticos, el latín dejó de ser el idioma de un imperio
unido, siguió viviendo en las lenguas románicas.
Más que ‘muertas’
son lenguas imperecederas, eternas, donde hallamos, como esculpidas, tantas
páginas de auténtica sabiduría, tanta ayuda para nuestro deambular por la vida,
mucho más útil que los ‘manuales de autoayuda’ tan en boga hoy, y un acervo
cultural impresionante en ciencia, historia, filosofía, arte, política, etc.,
etc.
¡No
empobrezcamos la cultura que se transmite a nuestros alumnos, privándoles de
algo tan primordial: lo que la antigüedad elaboró durante siglos, y de lo que
aún vivimos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario