Ya casi nos habíamos acostumbrado a remar solos, a olvidarnos de quienes perpetran planes de estudio, y a tirar por el camino de en medio.
Pero resulta, ¡oh prodigio! que se ha producido un quasi-milagro: publicado en letra pequeña, y ocultado por las luces navideñas, acaba de aparecer la noticia de que -¡por fin!- el Latín regresará a su lugar de privilegio en el currículum del bachillerato, y las humanidades recibirán un empuje, porque sin ellas no hay ciudadanía consciente y comprometida. Y el Griego... bueno, el Griego se desdoblará y aparecerá una materia etimológica que deberán cursar los alumnos de Ciencias de la Salud (al fin, sabrán qué es un analgésico o un hematoma).
¿Verdad que el panorama, lejos de ensombrecerse de nuevo, adquiere tonos claros y luminosidad? Lástima que hoy sea 28 de diciembre... Pero ¡algún día se hará la luz!
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