El pasado viernes tuve la ocasión de asistir al acto de graduación de la segunda promoción de Medicina de la Universitat de Girona (UdG), que ha estudiado su carrera íntegramente siguiendo esta metodología.
Cuando, hace un año, se graduó la primera promoción, los detractores del sistema hablaron de un previsible descalabro en los exámenes del MIR, que vendría a ser la prueba definitiva de la bondad o maldad del ABP.
Los resultados cosechados en el MIR por los alumnos de esa primera promoción no pueden ser más concluyentes, teniendo en cuenta que se presentaban por primera vez (el 25% de los que aprueban el MIR son candidatos que ya se han presentado anteriormente):
*Los 65 graduados que se presentaron al MIR han aprobado el examen.
*El 86,2% se ha situado entre el 50% de alumnos con mejor nota.
*El 84,6% ha obtenido la plaza que había solicitado.
He hablado con alumnos de Medicina de diversos cursos de la UdG, y todos coinciden en que se trata de un método que da más trabajo a los alumnos (y a los profesores), pero que produce efectos muy beneficiosos, como comentaba uno de los graduados de la primera promoción: "Es un método que se centra en el estudiante, le hace ser crítico y buscar soluciones; pensaba que eso era positivo para cualquiera que quiera ser médico, porque eres más consciente de lo que te vendrá cuando ejerzas".
Conozco también algún centro pre-universitario que utiliza el ABP como método docente, igualmente con buenos resultados.
¿Puede ser éste un buen procedimiento para revitalizar nuestra enseñanza? Probablemente tendrá también sus puntos débiles pero, hasta ahora, los resultados son altamente satisfactorios. Al menos, lo suficientemente buenos como para probar: lo que es seguro es que no vamos a perder nada, y sí podemos ganar mucho desterrando para siempre la clase magistral.
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