Eso pasó hace pocos días, pero al profesor se le han ocurrido algunas consideraciones, unas brevísimas ideas que deja ahora caer al papel (bueno: a la pantalla...).
Ha sido un encuentro bonito, al menos desde el punto de vista del profesor; sin añoranzas ni nostalgias, pero con algunas pinceladas de recuerdos, con diversas complicidades, con más presente que pasado, y con esperanzas de un futuro que hay que ganárselo a base de lucha y esfuerzos.
El profesor, por supuesto, conocía a su antigua alumna, pero no a su esposo. Sin embargo, como también es del ramo educativo, le parece que la sintonía se estableció pronto: al menos esa impresión tiene. Y no solo por coincidencia profesional, cree él...
Y ¿qué se pueden explicar personas de dos generaciones distintas? Todo, o casi todo. Las barreras no las pone la edad, sino la incomprensión y los prejuicios. Y esas dificultades estaban ausentes.
En definitiva: el profesor se considera afortunado por incluir entre sus amistades a un número ya no pequeño de antiguos alumnos. Esta es una de las grandezas de nuestra profesión.
1 comentario:
Luis, GRACIASSS!!!!
Publicar un comentario