Es una buena ocasión para recapacitar sobre la responsabilidad del educador y para que la sociedad vuelva a tener en cuenta el valor de la profesión de enseñante.
Con este motivo, y sin añadir nada más, he rescatado el manifiesto que escribió José Antonio Marina el año 2004 en tal ocasión .
"De los recuerdos de nuestra infancia emerge siempre la clara figura de una maestra o de un maestro, con quien tenemos pendiente una deuda de gratitud. Suele ocurrir que tardamos mucho en darnos cuenta de su influencia benefactora, y para entonces aquellas personas que sirvieron de puente entre la familia y la sociedad, que suavizaron el desamparo de los primeros días de escuela y nos llevaron de la mano por los laberintos del abecedario y la cultura habrán desaparecido ya de nuestras vidas. Un homenaje al maestro puede servir para pagar esta deuda de gratitud. Es por ello un acto de justicia poética.
Pero también es un acto de justicia real, porque tiene que servir para llamar la atención de la sociedad hacia una profesión que, por esa inversión de prestigios que desdichadamente sufrimos, pasa inadvertida o menospreciada. Otras admiraciones más espectaculares nos hacen ser mezquinos al valorar a las personas que nos enseñaron las primeras letras, que nos obligaron, con una conmovedora paciencia, a dominar nuestra atención, tan propensa a irse por las nubes, para fijarla en el encerado o el cuaderno. Para el niño, ellos son los máximos representantes de la cultura, y, para todos, los grandes funcionarios de la Humanidad. Supieron hacernos pasar de un mundo de afectos privados a un mundo de afectos sociales, y nos convirtieron en pequeños ciudadanos, al enseñarnos las normas compartidas."
(Manifiesto del Maestro, José Antonio Marina, 2004).
1 comentario:
Tengo en mi habitación pegada una frase de esas que a veces publican los periódicos en esas secciones raras a modo de corolarios con un montón de otras cosas raras. Y dice: "De los recuerdos de nuestra infancia emerge siempre la clara figura de una maestra o de un maestro con quien tenemos pendiente una deuda de gratitud". Por alguna razón me recuerda a tres personas: a Manoli, mi primera maestra cuando empecé parvulario y a mis profesores de latín y griego.
Gracias por compratirlo, porque no conocía el resto.
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