Hace dos días cayó en mis manos una novela que me hacía ilusión leer. Varios motivos me movían a ello: su autor (Alessandro d'Avenia) es un doctor italiano en Clásicas; tiene sólo treinta y dos años y lleva varios dando clases en un instituto a alumnos de secundaria; y el tema gira alrededor de los adolescentes.
Y ayer leí la novela entera (se ha de decir que un viaje en tren, con retraso incluido, da para mucho). Y no me ha defraudado. Porque no es una novela de adolescentes al uso. Porque su autor sabe escribir. Porque demuestra un conocimiento profundo del alma de los alumnos. Porque, aunque está presente el lenguaje descarnado de nuestros adolescentes de hoy, domina la narración un halo poético que te hace sentir bien a pesar de las desgracias que acontecen. Por todo ello, y por bastante más, considero Blanca como la nieve, roja como la sangre una novela altamente recomendable, tanto para los alumnos como, sobre todo, para sus profesores y sus padres.
La interpretación que el protagonista hace de la realidad, vinculándola con los diversos colores, es un hallazgo narrativo espléndido, que da mucho juego a lo largo de la novela.
De un crítico italiano, Guido Vasallo, entresaco estas palabras:
... la escuela es hermosa por la tarde, porque no hay profes, y toda la vida tiene colores: el blanco es el vacío absoluto y el silencio, y da miedo. La profe de filosofía es negra y triste. Silvia, sin embargo, fiel compañera de clase, es azul, infunde paz y seguridad. Y luego Leo tiene un Sueño. Se llama Beatriz, es un año mayor que él y es roja, sin la menor duda. Como sus cabellos, como el amor. Como la sangre. Sí, porque Beatriz tiene leucemia: su sangre se está haciendo blanca, cada vez más blanca...
Hay guiños etimológicos y mitológicos y también, puntualmente, algún exceso sentimental. Pero el éxito de ventas conseguido en Italia no ha sido por casualidad.
Sin duda, puede ser una buena lectura para estas navidades.
2 comentarios:
Me apunto el título porque me ha gustado la reseña que has hecho... y porque cuando yo estudiaba BUP el latín era marrón y el griego naranja y blanco. También solía hacer esto de los colores.
Un saludo.
Vuelvo de nuevo a tu entrada para decirte que ayer acabé -en un viaje en autobús- el libro que nos recomiendas. Me ha gustado porque me han venido a la mente nombres de muchos alumnos, ondulantes en su adolescencia. También lo recomiendo.
Un saludo.
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