He leído
últimamente con especial agrado el libro de Antonio Penadés Tras
las huellas de Heródoto, publicado este mismo verano por Almuzara, en su colección Sotavento.
Como su autor
indica, se trata del seguimiento de un itinerario “en el que habría de recorrer
la ribera oriental del mar Egeo desde el suroeste de Turquía hasta
Estambul”. El motivo: seguir, a lo largo
de dos mil quinientos kilómetros, los lugares más significativos de la vida de Heródoto, para enlazar luego (desde Sardes) con el itinerario que realizó la expedición de Jerjes, en el comienzo de la Segunda Guerra Médica, y
narrado por Heródoto en su Historia.
La obra está
concebida como un libro de viajes, sazonado a veces con pasajes de ensayo e,
incluso, con trazos literarios. El resultado es un agradable relato, que nunca
pesa, de un viaje que da pie a multitud de referencias, digresiones y
anécdotas, sobre todo históricas y mitológicas.
Al autor se le
nota un afecto no disimulado por Heródoto y por todo cuanto se refiere a la
cultura griega clásica. Hasta tal punto, que la narración nunca descuida hacer
referencia a hechos y situaciones directa o indirectamente relacionados con su
viaje: los lugares más significativos de Jonia, donde se halla el origen
de nuestra civilización occidental; descripciones
rápidas y ágiles de la Turquía asiática actual;
adelantar hechos gloriosos de las guerras médicas, o explicar
pormenorizadamente la constitución de las falanges de hoplitas; dar a conocer aspectos históricos o
legendarios anteriores (por ejemplo, el
caso de Giges, tatarabuelo de Creso, rey de Sardes); hacer referencia a mitos griegos; etc., etc.
El lector va
siguiendo los pasos del narrador, adentrándose en aquellos territorios y
enseñándonos a amar una cultura que el
autor procura ponernos delante con cariño. Me han resultado especialmente gratos apartados como el dedicado a la rebelión jonia, la riqueza de las descripciones de ciudades, especialmente, las de
Mileto, Samos, Éfeso..., la citada explicación de las falanges de hoplitas, todo
lo referente a la relación entre Creso y
Ciro. Y, como guinda casi final, la emocionada descripción, concisa y pedagógica, de cuanto se refiere al mito y a la realidad de la guerra de Troya. Hay un broche inesperado con una sorpresa contemporánea al llegar a Estambul...
En resumen: un libro recomendable que leerán con agrado
quienes disfruten con la historia y, especialmente, los amantes del mundo
clásico griego.
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