Los errores didácticos no son en absoluto nuevos. Ya en este blog se han comentado frecuentemente las denuncias que, hace casi quinientos años, hacía Comenius. Pueden verse esas entradas aquí, aquí, aquí y aquí.
El pasado sábado, con motivo de la estancia de bastantes chironianos en Sagunt, se volvió a suscitar la necesidad de revitalizar nuestros estudios clásicos a base de crear un estado de opinión cada vez más favorable a la introducción de las metodologías activas en el aprendizaje del Griego y del Latín. Es la única manera de fomentar realmente el interés por las lenguas clásicas hoy en día. Y esta convicción ha de introducirse en el bachillerato, pero también en ámbitos nada propicios a ello, como son el universitario y el de las pruebas de acceso a la universidad.
Hace unos meses, Alfonso López Quintás publicó un artículo titulado "Las ventajas de saber Latín y Griego", que acaba con un alegato en pro de los cambios metodológicos necesarios para hacer más atractivo y más útil el estudio de las lenguas clásicas:
Hay que precisar bien qué tipo de latín y de griego van a necesitar los futuros profesionales e introducirlos, de modo sugestivo, en los textos correspondientes. Los alumnos más sensibles se dejarán prender por el encanto de esta lengua y se abrirán al estudio de sus clásicos: Cum subit illius tristíssima noctis imago… La configuración de este método exige un tratamiento pormenorizado que aquí no puedo ni siquiera pespuntear. Pero colaboraría gustosamente a ello si fuera requerido.
Mucho me temo que su ofrecimiento de colaboración no va a ser escuchado...
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