Hoy deseo ofrecer al lector una breve reflexión acerca de la enseñanza mediante ejemplos: toda una declaración de principios contra el tan extendido uso exclusivo de la gramática en el aprendizaje de las lenguas.
Ya en otro tiempo enseñó Quintiliano que es camino largo y difícil el de los preceptos; breve y eficaz el de los ejemplos. Pero, ¡ay!: ¡Qué poco se han acordado de esto las escuelas actuales! En efecto; han abrumado de tal manera a los alumnos de Gramática con preceptos, reglas, excepciones de las reglas y limitaciones de las excepciones, que muchas veces no saben los pobres qué han de hacer y se quedan embobados antes de comprenderlo. Por el contrario, vemos a los artesanos que no proceden de esta manera, llenando de reglas a sus aprendices, sino que los llevan al taller y les hacen presenciar sus trabajos, y después, haciendo que los imiten (el hombre es un animal imitador), les ponen las herramientas en las manos y les enseñan cómo hay que cogerlas y emplearlas; si cometen errores, los amonestan y corrigen, siempre con el ejemplo más que con las palabras, y la práctica nos atestigua que con gran facilidad consiguen una buena imitación. Cierto es aquel elegante refrán de los alemanes: Ein guter Vorganger findet einen guter Nachganger (un buen predecesor hace un buen continuador). Y también el dicho de Terencio: Marcha tú delante, yo te seguiré, puede tener aquí su apropiado lugar. (J. A. Comenio, Didactica Magna, XXI, 7).La Didactica Magna (puede leerse en castellano aquí) fue escrita en checo entre 1627 y 1630, pero vio la luz, en su versión latina en 1657, como parte de Opera Didactica Omnia, magna recopilación de todos los saberes pedagógicos de Comenio (que puede verse aquí), muchos de ellos de una actualidad llamativa.
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