Antonio Fontán

Ya lamento que, a una entrada necrológica -la anterior- le suceda otra como la actual.

Porque tenía pendiente desde su fallecimiento, el pasado 14 de enero,  dedicar unas líneas a Antonio Fontán. Por muchos motivos: el menor, porque fue miembro de mi tribunal de Tesis Doctoral, en el ya lejano 1989. Los demás son conocidos por todos: ilustre filólogo clásico y humanista, presidente que fue de la SEEC, político de la transición, primer presidente del Senado, amigo de todos y enemigo de nadie, amante de la libertad... Como se publicó en algún sitio de la red, falleció un amigo, maestro de príncipes, políticos y humanistas.

No tuve la suerte de tratarlo. Tan sólo, y por consejo del director de mi Tesis, fue invitado a formar parte del tribunal. Tratándose de un trabajo sobre una figura del Humanismo (J. A. Comenius), él era una referencia obligada.

Del acto en sí recuerdo algunas cosas; la más significativa para mencionar ahora, cómo casi todos los miembros del tribunal se veían en la necesidad de manifestar su profundo conocimiento del tema, aún a costa de verdaderas elucubraciones... El único que no actuó así, y se dedicó amablemente a hacer comentarios constructivos sobre lo que yo había dicho, fue precisamente Antonio Fontán. Con lo que fue demostrando un dominio del tema, muy por encima del resto de colegas.

Ahí empezó, y acabó, mi relación con Antonio Fontán. Aunque conocer sus publicaciones y su trayectoria, creo que era conocerlo a él. Tengo ganas de leer su último libro, publicado en 2009, y titulado Príncipes y Humanistas. Seguro que será una obra sugerente y enriquecedora.