Hace cosa de dos meses, tuve ocasión de enterarme de la nueva selectividad que nos espera para junio de 2010, de cara a informar a mis alumnos, recién estrenados ellos en el bachillerato.
Hoy, con algo más de intención, me he dado cuenta del nuevo descalabro con que nos obsequian los poderes de turno. Me explico:
Con la entrada en vigor de la LOE, las materias de modalidad del bachillerato disponen de cuatro horas semanales, en vez de las tres que tenían hasta ahora. Por contra, las lenguas (la española y la cooficial, donde corresponda) pierden una hora cada una, lo mismo que les pasa a la lengua extranjera, a la Filosofía y a la Historia.
Pues bien: la nueva selectividad obligatoria (porque habrá la posibilidad de examinarse de otras materias para subir nota y acceder a ciertos estudios con más demanda) dedicará el 80% -cuatro de cinco exámenes- a esas materias comunes (que pierden horas) y el 20% restante a una materia de modalidad (de las que han ganado una hora en el curriculum). ¿Verdad que es coherente?
Ante tal situación, podemos predecir momentos gloriosos en nuestros centros. Por ejemplo:
-¿Cuántos alumnos dedicarán esfuerzo a unas materias que no tendrán ninguna repercusión en el acceso a la universidad?
-¿Serán capaces sus profesores de resistir la constante apelación de esos alumnos a las rebajas en la exigencia?
-¿Qué piensan los profesores universitarios del nivel con que les llegarán sus alumnos? Unos alumnos que pueden no haberse examinado de nada de lo que es importante para su carrera...
Hoy comentaba estas cosas con mis alumnos de segundo de bachillerato (a quienes no afectan estas novedades) y se mostraban atónitos. La lástima es que, quienes deberían darse cuenta del desaguisado, tienen una venda en los ojos. O... ¿quizá es que se la han puesto a propósito?
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