sábado, 29 de noviembre de 2008

UNA DESGRACIA COMO CUALQUIER OTRA

Hace ya tiempo, leí en el blog Lengua Latina (por cierto, actualmente fuera de servicio), un artículo de Alfonso López Quintás, catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Complutense, titulado "La desgracia de no saber latín". Me gustó por las ideas que contenía, y también por el tono simpático de su narración. Ya el comienzo invitaba a seguir leyendo:

En la vida hay desgracias tan altas como palmeras o tan espinosas como cactus. Pero existen otras silenciosas porque son carencia raíz.

Y continuaba:

Hace algún tiempo, acudí en Madrid a las oficinas de la sociedad médica SANITAS y, al decir que pertenecía a Sánitas -acentuando naturalmente la primera a-, la gentil señorita de la ventanilla acercó amablemente su carita hacia mí, para hablarme bajo y evitar que me sonrojara ante el público, y me indicó en tono maternal: “Sanítas, señor, se dice sanítas”, y acentuaba la í con la firmeza de quien está diciendo algo obvio. No pude evitar el sonreírme y ella quiso saber la causa de mi extraña reacción. “Me hace gracia, le indiqué, que me haya matado durante media vida para aprender latín y ahora no sepa decir correctamente el nombre de algo tan elemental como salud“.

Cuando uno oye y lee a brillantes periodistas y a sesudos varones de la política y la ciencia decir y escribir, por ejemplo, contra natura -sin la m final-, urbi et orbe -cambiando la i final por una e-, manu militare -insistiendo en el mismo error-, mutatis mutandi -comiéndose la s final-…, uno se sonroja y pide al cielo que, si no se estudia latín, se le olvide al menos del todo, y no se lo utilice para darle a los escritos o discursos un realce que de hecho viene a convertirse en un auténtico precipicio por el que se despeña el prestigio del que comete tales desafueros.

Tenemos los profesores en nuestras manos la pervivencia del latín. Los planes de estudio nos darán más o menos oportunidades, pero de nosotros depende algo tan importante como hacerlo amable a nuestros alumnos y que siga constituyendo una de las raíces de nuestra cultura.

Así acababa el artículo:

Hay en la vida humana muchas desgracias posibles. Una de ellas -no la mayor, tampoco la más pequeña- es no saber latín.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Está muy gracioso el artículo. Añado algunos otros errores que se suelen oír por ahí, incluso a algún que otro profe:

motu "propio"

"Status" quo (y además pronunciado el quo como kú-o)

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con el artículo del que hablas y con tus comentarios.¡¡¡es alucinante que, encima, quieran corregir a uno!!! Yo estoy harta de "a grosso modo","de motu propio" y, lo peor de todo, los "curriculums".
Un abrazo
Mª Jesús