Se acaba otro curso más. Ya van muchos, y esto de hacer balance es como una costumbre más en los hábitos docentes. De todas formas, no deseo ahora resumir apretadamente todo un curso, lleno como ha estado de cosas, la mayoría agradables. Quiero, tan solo, dar unas pinceladas sobre lo que tengo in mente ahora mismo.
Quizá para que no me pase lo que hoy comenta Carlos, este curso me he lanzado -temerario de mí- a la aventura de los blogs de aula. Para ser la primera vez, no me quejo de los resultados, pero he anotado varias cosas a mejorar para el próximo año: mayor elaboración de las entradas; más cuidado de la ortografía y de la estética; establecer, al principio, un período de pruebas para que se vayan habituando al blog y demás herramientas...
La actitud de los alumnos, estupenda. Mucho tiene que ver en ello el que se sientan 'actores' de su aprendizaje, y no meros 'oyentes' pasivos.
Hay un curso que siempre me atrae especialmente: el 1º de bachillerato. Porque siempre he tenido predisposición a trabajar con grupos que se inician en el estudio de nuestras materias. Y, hasta ahora, eso solo pasaba al comienzo del bachillerato.
Esta inclinación mía supongo que se traduce en clase, que se nota, aunque este curso nos hemos pasado en motivaciones. Y todo, gracias a la participación en el proyecto "Dos mil años por correo", que nos ha cambiado el decorado habitual: viaje a Sagunt, con la asistencia a los espléndidos talleres de cultura clásica y a dos representaciones teatrales; trabajos sobre la romanización, incorporados al wiki del proyecto; visitas a Empúries y a Barcino; y, dentro de pocos días, el viaje a Lugo...
Claro que, el próximo curso, la iniciación al Latín será en 4º de la ESO. Habrá que hacer acopio de ilusión a lo largo de este verano...
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