Ayer apareció en El Mundo un artículo que analizaba esta tendencia y que dejaba clara la preponderancia de la terminología grecolatina. El hecho es que, de las 128 empresas que aparecen en la Bolsa española, tan sólo cuatro mantienen un nombre anglosajón; del resto, cada vez hay más que optan por la sonoridad del griego y, sobre todo, del latín.
Las hay ya veteranas, como Argentaria; otras, más recientes, como Realia, Solaria, Criteria, Logista, Dinamia, Itinere, Globalia o Eolia.

Y la lista de modelos automovilísticos no va a la zaga: Vel Satis, Modus, Clío, Signum, Focus, Transit, Phaetón, Auris, Prius, Micra, Ypsilon, Fabia, Octavia...
Todo esto coincide con el sempiterno declive de nuestras materias en la enseñanza. Al menos, donde tienen la suerte de contar con una asignatura que desvela la tradición clásica en el mundo actual están de enhorabuena: materia no les falta. Véase, si no, el blog colectivo de varios centros de la comunidad valenciana, que se nutre exclusivamente de los hallazgos de sus alumnos en todo lo que atañe a referentes clásicos.
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