-Cada pregunta que hago en clase va seguida indefectiblemente de dos manos levantadas. Al principio sólo era una; desde hace unos días se ha añadido otra alumna. Y ambos son nuevos en el centro. A veces -sólo a veces- fallan. Pero es de agradecer su postura activa.Justo ahora, a media evaluacón, andan con exámenes. Será la primera piedra de toque seria.
-El pequeño grupo de los repetidores (tres) aún vive de lo aprendido el curso pasado. Pero se les nota falta de seguridad (por aquello de que lo sé, pero no lo digo porque si me equivoco...).
-Hay quien refleja en su rostro los vaivenes de la clase: ¿ha entendido la explicación? Semblante satisfecho. ¿Se le hace complicado? Cara seria. ¿No ha entendido nada? Rostro de tirar la toalla.
Al menos el profesor sabe cuándo actuar y volver sobre un tema. En cambio otros, quizá porque están en la inopia, muestran caras que no parecen corresponder con lo que se cuece en clase. Y el profesor ha de hacer de oráculo docente.
-Como casi siempre, la clase empieza a dividirse preocupantemente en dos partes: quienes adoptan la postura que se espera en un alumno de bachillerato (siguen las explicaciones, hacen los ejercicios, preguntan lo que no saben, estudian mínimamente...); y los que no parecen cursar primero de bachillerato, sino quinto de ESO (la atención en clase es más bien relajada, nada de preguntar aunque no se entienda, los ejercicios no se hacen porque tampoco se ha estudiado la materia, pues eso queda para la víspera del examen...). Por suerte, esta segunda parte es claramente minoritaria y ya se van dando cuenta de que han escogido una ruta equivocada.
lunes, 15 de octubre de 2007
PRIMERAS IMPRESIONES
Las primeras impresiones se refieren a los alumnos de Latín y de Griego de primero de bachillerato. Tras un mes de clases, alguna conclusión -muy provisional, claro- se puede sacar. Son como fogonazos de flash: breves pinceladas que, en su conjunto, pueden quizá decir algo. O no, que ya se verá con el correr del curso.
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