jueves, 4 de octubre de 2007

LOS COMIENZOS

Los comienzos son a veces inciertos. Y el bautismo de Latín y de Griego de mis alumnos de primero, tras tres semanas de clase, viene siendo pacífico y normal. Porque, sin poder echar las campanas al vuelo, tampoco es un desastre.
En general, y globalmente, los sucesivos cursos no se distinguen tanto. Puede haber singularidades, pero son más los rasgos parecidos. Sin embargo, cada año estoy atento a ver cómo reaccionan ante una novedad de tal calibre en sus vidas.

Y siempre observo algunas cosas viejas y otras nuevas. Por ejemplo:

* Vuelve a ser cierto que el Griego es un refugio para quienes huyen de las Matemáticas. A la mayoría de mis alumnos les pasa eso. Pero aún no sabían en ese momento lo bonito que iba a ser su refugio...

* Efectivamente: tras una decena de clases de Griego, y otras tantas de Latín, noto que le han tomado más cariño al Griego. Por si fuese una apreciación mía sin fundamento, dejo caer la pregunta. Pues sí: casi todos coinciden en que les gusta más que el Latín. Lo cual dice algo de mi honradez profesional: no han notado que lo mío propio es el Latín...

* He constatado que el estudio memorístico ha sido tan despreciado desde hace años (o sea, desde que se han ido perpetrando planes de estudio a cada cual más infame) que sólo pensar en ello les da escalofríos. Un ejemplo: hace una semana, tocaba estudiar en casa el artículo. Lo pregunto al día siguiente y, salvo una honrosa excepción, fracaso total. Cuando faltaban veinte minutos para acabar la clase, y después de manifestarles mi disgusto, les di un cuarto de hora para estudiárselo. En los cinco minutos restantes, pregunté a todos: no hubo fallos.
Lo cual indica que sus capacidades están intactas: únicamente hace falta ponerlas en práctica.

Sólo son unas pocas apreciaciones de principio de curso. Seguro que lo mejor está por venir...

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