jueves, 5 de octubre de 2006

IN DIE NATALI

Cada año, en el grupo de segundo de bachillerato del que soy tutor, solemos celebrar los aniversarios –también el mío-; y hemos establecido una costumbre no muy habitual: no convida quien cumple años, sino el resto de la clase.

Únicamente cambia a veces la manera de hacerlo: el año pasado, según las disponibilidades de horario, íbamos todos a desayunar al bar de enfrente (si lo podíamos hacer a primera hora), o bien nos tomábamos un refresco (si era al final de la mañana).

Este año llevamos un ritmo frenético: cuatro aniversarios (y esperan dos más este mes), agrupados de dos en dos para dar abasto. Y la fórmula escogida es más económica: traer a clase los refrescos y aperitivos para tomarlos a última hora de la mañana, coincidiendo con la sesión de tutoría: primero la tutoría y luego el aperitivo.

A más de uno puede parecerle un asunto banal, o una pérdida de tiempo, o incluso algo que altera el ritmo del curso. Entre otras cosas es esta última razón la que me lleva a fomentar tales celebraciones. Segundo de bachillerato es un curso complicado porque los alumnos van cargados de trabajo, a lo que no están demasiado acostumbrados. Hacer de vez en cuando un parón, en el que se facilita la cohesión, el ambiente grato y la conversación distendida, contribuye a crear un clima que ayuda bastante a que todos se encuentren a gusto en ese pequeño mundo que es una clase. De todas formas, aún estamos lejos de aspirar a convertirlo en un συμπόσιον.

No se va a resentir por ello la exigencia académica y, en cambio, se gana humanamente. En el fondo, no estamos sólo para transmitir ciencia –al menos eso creo-, sino también para contribuir al crecimiento personal de los alumnos. O sea: lograr más bien cabezas formadas que cabezas llenas (cf Montaigne), aunque si también se puede conseguir lo último…


7 comentarios:

Ana Ovando dijo...

Bueno, pues πολλά χρονιά a los afortunados.

Fernando Lillo dijo...

Hola Luis, pues nosotros, si los alumnos se lo merecen, hacemos un día de Saturnales, con juegos de azar incluidos, y una Fiesta Romana a final de curso en la que hay que ir togado y llevar algo de comer. No es gran cosa, pero como tú dices merece la pena transmitir algo de pasión además de conocimientos.

Luis Inclán García-Robés dijo...

Ana: gracias por tus buenos deseos.
Fernando: en primer lugar, bienvenido al blog. Ya tendremos ocasión de hablar en Sagunto.
Me parece estupenda la idea de las Saturnales. Yo, sin llegar a tanto, hago una comida romana cada año, con auténticos platos de Apicio. Ya ves: cada uno hace lo que puede para, transmitir la pasión, como dices.
Un saludo.

Charo Marco dijo...

Estoy de acuerdo contigo, me parece que no sólo estamos para transmitir ciencia. Yo hace años que hago lo mismo y resulta una experiencia de convivencia fabulosa.
Me alegra no ser la única.
Saludos y enhorabuena por tu blog.

Luis Inclán García-Robés dijo...

Charo: Gracias por tu comentario y porque te gusta el blog. Ya conocía tu 'De re coquinaria', pero no 'Calíope'. Los enlazaré en el blog. Y ánimo con hacer de las clases un lugar de grata convivencia.
Saludos.

Anónimo dijo...

Yo fui una de las alumnas que el año pasado vivió la creación de ir a celebrar los cumpleaños. La verdad es que era genial y realmente una pausa en un curso como 2º de Bachillerato es algo muy positivo, pues te permite desconnectar y volver con más ganas después. También debe ser divertido celebrarlos en clase; nosotros, como ya ha contado el magister/διδασκαλος, lo celebrábamos en el bar y lo pasábamos en grande. La lástima fue que empezamos a medio curso y que el cumpleaños de algunos (como yo, que soy del 29 de diciembre) era en época de vacaciones. De todas formas, el gran evento fue el Vervm Romanvm prandivm, que a la vez que divertido fue productivo, pues pudimos ver qué comían los romanos, aunque evidentemente lo adaptamos un poco. Aún así, tengo cierta curiosidad por saber cuál era el sabor del garvum...

Luis Inclán García-Robés dijo...

Pues, si haces un hueco, podrías venir este año y procuraríamos hacer un 'garum' más auténtico, aunque creo que no sería demasiado del agrado de los paladares actuales.