
Sin embargo, cuántas veces sufrimos por auténticas tonterías. Cuántas veces nos enfadamos por nimiedades. Cuántas veces nos hemos quejado por asuntos sin importancia... En fin: cuántas veces hemos exagerado nuestras preocupaciones.
Cuando descubres que a tu alumno le falta la más mínima atención familiar; cuando sabes que los problemas, entre ellos es de la supervivencia, le abruman a menudo; cuando presientes que su mundo se puede venir abajo de repente... Y cuando le ves atento en las clases; y haciendo broma cuando 'toca'; y sacando sus estudios con mejores notas de las que cabría esperar... Cuando ves todo eso, tus problemas adquieren rango de solemne tontería.

Y cuando ves que sus compañeros -intuyendo más que sabiendo- han sido capaces de crear un ambiente grato en torno a él, con delicadeza, con naturalidad y sin artificio, en tu interior renace aquella confianza en las personas que, quizá erróneamente, perdiste alguna vez.

Y cuando ves que sus compañeros -intuyendo más que sabiendo- han sido capaces de crear un ambiente grato en torno a él, con delicadeza, con naturalidad y sin artificio, en tu interior renace aquella confianza en las personas que, quizá erróneamente, perdiste alguna vez.
Es cierto: la vida es dura para algunas personas. Pero los demás estamos a su lado para algo...