
*A propósito del 'meme' ese: estoy convencido -desgraciadamente convencido- de que a muchos docentes no les apasiona nada de lo que puedan conseguir con sus alumnos. No deja de ser muy triste dedicar la vida a algo insulso, monótono, cargante, desilusionante... ¿o no? En su lugar, yo me apuntaría al paro.
*En Latín de primero, hace unas cuantas clases, se me ocurrió emprender una especie de lucha por el pronombre: deben ir saliendo voluntarios hasta demostrar que se los saben. Y, una vez conseguido, pueden continuar ofreciéndose voluntarios para conseguir nuevas notas. A algunos, los pronombres se les atragantan, pero tengo dos alumnas que se los supieron a la primera y que siguen presentándose cada día. Y ya van seis días. Y, claro, el profesor la mar de contento.

*Mis alumnas de 2º de bachillerato están acabando los últimos exámenes. El próximo jueves conocerán sus notas y, luego, se prepararán mínimamente para la Selectividad, que harán entre el 10 y el 12 de junio. Todas se examinarán de Latín (no hay más remedio...), y ninguna de Griego: creo que han tomado una sabia decisión, porque la originalidad de mundo helénico no les ha tentado demasiado durante el curso...
*La semana pasada vimos, en clase de Griego de primero, Las Troyanas de Eurípides, en la versión cinematográfica de Michael Cacoyannis. No se trata de una obra de fácil digestión para adolescentes. Y lo mismo se puede decir de la lectura dramatizada que hicimos no hace mucho de Antígona, de Sófocles. Sin embargo, en ambos casos volví a constatar que la tragedia griega tiene aún mucho que decir en el mundo de hoy. También la gente joven, cuando se acerca con curiosidad, interés y ganas de aprender, queda impresionada por la fuerza dramática y por la altura de pensamiento de muchos personajes.
*De vez en cuando, algún profesor de mi centro me dice que soy un privilegiado: hago lo que me gusta, tengo pocos alumnos en clase, organizo de vez en cuando actividades especiales... Siempre les doy la razón: es verdad lo que dicen, sobre todo porque estoy en una profesión que me permite trabajar con el material más noble que existe: las personas en formación. Los profesores tenemos el privilegio, solo comparable al de los padres, de asistir al crecimiento interior de la gente joven y de colaborar en él.
Privilegio y responsabilidad.
2 comentarios:
Es curioso, yo también me identifico un poco con la actitud de tus alumnos. De hecho,cuando empecé el bachillerato, lo que me cautivó enseguida fue el griego -y no el latín-, por la belleza de su poesía y de su mitología. Recuerdo que mi "transformación" clásica se completó del todo cuando leímos "Medea" en clase; me quedé completamente fascinado.
Aquella lectura quizás haya marcado todo mi futuro académico y profesional, jeje.
Me alegro por ti, Jaume. Te deseo que sigas siendo un apasionado de lo clásico.
Saludos cordiales, ¡flamante 'Centauro'!
Luis.
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