jueves, 12 de marzo de 2009

Satisfacciones

En cierto instituto, entre el grupo -reducido, como casi siempre- de estudiantes de latín y de griego, había un poco de casi todo, como suele suceder. Ninguna lumbrera, pero sí gente suficientemente capaz para salir airosa de las pocas dificultades que el bachillerato aún conserva (lástima que algunos desaprovechan esa situación). Por supuesto, la mayoría correspondía a la clase media estudiantil: los que van pasando sin pena ni gloria, o porque hacen poco -cuando podrían hacer más-, o porque, siendo más limitados, estudian y, por lo tanto, aprueban. Otros había que intentaban trampear la situación con escasa fortuna: ahora suspendo (casi siempre), ahora apruebo (casi nunca). En fin, como el lector puede ver, todo muy normal dentro del standard que se lleva.

Pero, dentro de este panorama, el profesor reparó desde el principio en una alumna (digamos que se llama Ana). Y se fijó porque corresponde a un tipo de estudiante que hoy abunda poco: predisposición para aprender y ganas de trabajar; atención a lo que se explica; preguntas oportunas cuando se atasca; trabajo diario en casa; conducta irreprochable; y, como envoltorio de regalo, un carácter amable, una sonrisa contagiosa, animante, que supone toda una recompensa para el profesor.

El resultado no se hace esperar: el tesón, la constancia, el esfuerzo de cada día dan su resultado. Y Ana, que se hubiera quedado en una alumna del montón sin ese empeño que le caracteriza, saldrá adelante muy airosamente, pasando por delante de otros compañeros quizá mejor dotados. Y su esfuerzo tendrá la recompensa que merece. Y el profesor se alegrará muy sinceramente.

¿Verdad que todos nos apuntaríamos a ser profesores de este tipo de alumnos? Para mi fortuna, el que acabo de narrar no es un caso ficticio. Si algún día los gurús de la educación se diesen cuenta de que no se consigue nada valioso sin un mínimo de esfuerzo... Si algún día se diesen cuenta de que dar panem et circenses a los alumnos es engañarlos vilmente...
Por todo ello, el caso de Ana tiene el valor añadido de quien se propone una meta, aunque deba ir contra corriente.

4 comentarios:

Asamblea del IES Torrellano dijo...

Hola:

Quería darte la enhorabuena. Has ganado un premio en mi blog por tu esfuerzo y dedicación. Para recogerlo debes entrar en La Potnia y seguir los pasos (si quieres, claro)

Un saludo.

http://potnia.wordpress.com

Anónimo dijo...

no sé por qué los de latín siempre somos más agradecidos como alumnos...

*fdo:un Ldo.Fil. Clásica

Anónimo dijo...

Querido Lluis has sido elegido por mí para el premio limonada, espero que no te moleste. (Todo sigue igual)
Besos.

Agamador dijo...

Querido Luis, ¡cuánta razón tienes!. Por cierto, tu Ana en mi clase de 1º se llama María (y cómo agradezco tener, al menos, una así).

Un abrazo,
Antonio