He seguido siempre con curiosidad los esfuerzos de muchos filólogos por mantener vivo el uso de la lengua latina. Uno de los ejemplos más loables es, sin duda, el método educativo que Hans H. Orberg ideó hace ya años y que tantos adeptos ha ido ganado con el tiempo.
Por mucho que el latín sea la lengua oficial de la Iglesia Católica, y que en ella estén redactados todos sus documentos oficiales, también es cierto que se utiliza muy poco en su liturgia. Benedicto XVI está impulsando volver a su uso, aunque sea en casos singulares. Pueden leerse noticias al respecto aquí y aquí.
La Fundación vaticana Latinitas promueve la traducción al latín de las realidades actuales, publicando elencos de términos latinos que reflejan aspectos del mundo de hoy. Puede verse un extracto del último, en Lexicon Recentis Latinitatis. Con este mismo título, la Libreria Editrice Vaticana lo ha publicado completo en dos volúmenes (1992 y 1997).
Ahora, me entero por Ana de la aparición de un diccionario titulado Diccionario Auxiliar Español-Latino, y subtitulado para el uso moderno del latín, publicado en Argentina por José Juan del Col. Se trata de un volumen de más de 1000 páginas y unas 25000 palabras que, según su autor, incluyen la terminología actual científica, técnica, deportiva, informática, de comunicaciones, etc.
En la página web del diccionario, puede solicitarse la versión en papel y también descargar la que ofrece el autor en PDF (ocupa 9,82 MB).
8 comentarios:
Cosas de las redes, me enteré de la existencia del diccionario gracias a Rodrigo - Rodericus, un estudiante de clásicas que domina tanto el latín hablado como el griego. Con estudiantes así, el futuro de las clásicas está asegurado.
Ojalá... En el caso del griego, hablo algo el moderno, y en el latín aún me falta vocabulario y esas cosas, aunque me defiendo mejor, pero de griego clásico ando... bastante peor. Cosas del método: con el latín he podido remediar el desastre metodológico que, con la mejor intención, hicieron conmigo en el instituto y después (el que suele verse con la mayoría de profesores), el griego moderno lo he aprendido como lengua desde un principio, pero el clásico... no he encontrado todavía cómo remediarlo, y con los años es peor. Echo de menos —cada día con más convicción y desesperación— ver para el griego antiguo movimientos de renovación didáctica como los que se ven para el latín, tengan más o menos efecto; algo hay, pero casi nada. :(
Gracias, Rodrigo, por la noticia. Y ánimo con el griego clásico. Seguro que Ana tiene algo para animarte...
Saludos.
Luis
Rodrigo es muy modesto. Su conocimiento del latín lo ha mostrado en diversas ocasiones (jornadas de culturaclasica.com y muchos otros eventos de los que nada dice).
Sobre el griego antiguo, algo se va haciendo dentro de la limitaciones que nos impone la administración y el riesgo perpetuo a desaparecer de los planes de estudio. Quizá sería bueno que jóvenes promesas como Rodrigo empezaran a lanzar propuestas e ideas, que conjugadas con la experiencia que algunos podemos aportar desde las aulas, podría dar lugar a algo interesante.
Mira que al final me voy a poner rojo y todo. :P Joven promesa... en fin. Yo estaría encantado de colaborar en algo de esto (me hice cuenta en la wiki de aquel proyecto, creo que parado de nuevo, de elaboración colectiva de un método para el griego clásico realmente —no como el Athenaze, por mucho que digan— comparable al Ørberg, o mejor), pero fallaría en cosas básicas (la lengua). Ahora mismo echo en falta un método en condiciones como alumno, así que lo de colaborar más allá de ideas de método... Curiosamente, podría corregir errores de acentuación, que veo que hasta a gente que sabe mucho griego se les escapan de vez en cuando, pero luego cosas supuestamente más básicas... aún tengo que aprenderlas bien de una vez.
Excelente noticia, gracias por compartirla.
Rodrigo: yo llevo varios años re-estudiando el griego clásico con la intención de, algún día, poder escribir con soltura en el e intentar hacer algo al estilo de Oerberg, y te diré que de momento no he tenido grandes resultados. Lo que sí he conseguido, eso sí, es mejorar muchísimo mi competencia pasiva de griego clásico (es decir, ahora soy capaz de leerlo con muchísima más comodidad que cuando acabé la carrera). Pero a la hora de intentar yo escribir, contínuamente me asaltan dudas de todo tipo, por lo que no me veo capaz de hacer nada decente sin temor a estar escribiendo disparates llenos de errores. Es el problema, en efecto, de que no exisitir ningún método enfocado al aprendizaje activo de tal lengua.
Y el dominar el griego moderno (y yo lo domino muy bien, lo cual no tiene demasiado mérito, pues viví varios años en Atenas y estoy casado desde hace siete con una griega), tampoco ayuda en este punto. Es cierto que gracias al griego moderno adquieres muchísimo vocabulario que te sirve para leer griego clásico en multitud de ocasiones, pero a la hora de escribir te vuelves a encontrar con el problema de no haber tenido un aprendizaje activo de la lengua, hasta el punto de que en ese caso puede suponer un problema, pues muchas veces no sabes si lo que quieres poner es realmente griego clásico o moderno.
En fin, yo sigo estudiando y espero lograrlo algún día.
Salue Magister!
Gracias también a Rodrigo y Ana por difundir la referencia.
Es reconfortante ver que el relevo generacional retoma la cuestión metodológica del griego para insistir en la necesidad de una didáctica activa.
¿No nos pediremos una licencia de estudios para elaborar ese método de una vez por todas?
O éso o nos encerramos en un monasterio -con internet, παρακαλῶ- a hablar y escribir en griego durante una temporadita, como hacen nuestros colegas italianos.
Gran noticia la salida de este diccionario. Gracias por compartirla, Lluís.
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