sábado, 2 de agosto de 2008

ADULESCENS

El paisaje cotidiano (¡entiéndaseme bien!) que tenemos ante la vista muchos docentes en nuestra vida profesional es la adolescencia. Se trata, probablemente, de la etapa de la humana existencia que ha llenado más páginas y que ha provocado más disgustos, lágrimas, incomprensiones, desengaños... siendo, sin embargo, la época más rica de la vida.

Hay dos visiones de la adolescencia, y ambas proceden de su etimología latina -adolesco- que tiene un significado original de llevar el fuego de una vida nueva y, de ahí, crecer, desarrollarse, desenvolver la razón, el ardor... Más tarde, por su evolución pasa a adolecer, carecer, tener defectos...

Si nos fijamos en la primera acepción, veremos la adolescencia como la etapa del crecimiento (¡y no solo físico!), de la fuerza, de la expansión, de las posibilidades...; en definitiva, de la eclosión de una vida llena de expectativas.
Pero si aceptásemos el sentido derivado (en el que la imaginación juega más que la realidad), veríamos al adolescente como a un enfermo a la espera de su curación; y, mientras tanto, poco se podría hacer sino aguardar a que se cure...

Hasta aquí, las digresiones más o menos lingüísticas. Porque la vida es más rica y, acogiéndose al primero de los sentidos citados, todo educador tiene ante sí una tarea que puede ser ardua, pero que también es ilusionante.
No creo exagerar si digo que, para un profesor, es un privilegio asistir, año tras año, a esa eclosión de vida, a la aparición de proyectos e ilusiones. Y todo ello mezclado con inseguridades, dudas, rabietas, pseudofracasos...
Con la experiencia que dan los años, se puede llegar al difícil equilibrio que supone educar a adolescentes: saber cuándo se ha de estirar la cuerda, cuándo se debe acortar; en qué momentos se ha de ser inflexible y cuándo debemos utilizar la paciencia; saber interpretar aquel enfado repentino, o esa euforia que parece injustificada; exigir con comprensión, orientar sin imposiciones, escuchar cuando necesitan hablar, callar cuando no quieren oir, suavizar un exceso, levantar un ánimo decaído, crear expectativas, abrir horizontes...

Y, para eso, hay que tener el ánimo despierto y captar lo que hay detrás de aquella cara ceñuda, de aquella aparente indolencia o de aquel semblante sonriente. Y, sin volverse infantiloides ni querernos convertir en colegas, hay que ponerse en su lugar y activar las inmensas posibilidades de cada persona.

Ya dije hace menos de un mes, que es muy gratificante la convivencia diaria en clase con adolescentes. En los comentarios a esa entrada, una alumna valoraba el hecho de "fijarse en los pequeños detalles" y "tener un ojo encima de cada uno de nosotros cada día".

Quizá a veces no lo parezca, pero lo que se dice y, sobre todo, lo que se hace, queda y da sus frutos. Siempre.

4 comentarios:

Sandra Ramos dijo...

Sandra Ludouico sal.

Nonnullos abhinc dies dicaui hos Persi uersus (Satura V, 30-40) amico optimo magistro. Hodie quoque tibi:

"Cum primum pauido custos mihi purpura cessit,
Bullaque succintis Laribus donata pependit:
Cum blandi comites totaque impune Subura
Permisit sparsisse oculos iam candidus umbo,
Cumque iter ambiguum est et uitae nescius error
Diducit trepidas ramosa in compita mentes,
Me tibi supposui. Teneros tu suscipis annos
Socratico, Cornute, sinu. Tum fallere sollers
Adposita intortos extendit regula mores,
Et premitur ratione animus uincique laborat
Artificemque tuo ducit sub pollice uultum."

Qualis magister, tales discipuli

Vale pulcherrime

Luis Inclán García-Robés dijo...

Gratias ago tibi, Sandrae, pro pulcherrimis Persii verbis.
Cura ut valeas.

Anónimo dijo...

:D
veig que en aquesta renovacio he sortit citada per les meves paraules envers la teva renovació de fa uns dies i em sento contenta al veure que tan ajudat per poder posar unes poques paraules més en la renovació.

gracies pel text, m'ha agradat molt.

que vagi bé.

ENIA
pd: el treball esta estancat, no tinc temps, marxu a les 8.15 de casa i fins les 8 i picu no arrivo... ja nire fent..

Luis Inclán García-Robés dijo...

Enia,
no he fet l'entrada perquè t'agradés, però m'alegra que sigui així...
Hauries de fer quelcom més que comentar al blog: encara no n'has obert un?
Bon estiu.