Dentro de poco habrá elecciones para renovar la Junta Directiva de la Sociedad Española de Estudios Clásicos. No recuerdo, en los muchos años que llevo como socio de la SEEC, una época pre-electoral como la que presenciamos ahora. Y es que se ha generado un debate a varias bandas sobre la función, objetivos y enfoque de nuestra sociedad.
Todo comenzó con un juicio sobre el desarrollo del XII Congreso de la Sociedad que se celebró el pasado mes de octubre en Valencia. Una opinión, respetable en sí misma y por venir de quien viene, desató la controversia. A continuación, quienes habíamos presentado ponencias o comunicaciones en dicho Congreso, recibimos una carta desde la SEEC en la que nos adjuntaban el artículo citado, para general conocimiento.
Todo ello se entremezclaba con las declaraciones programáticas de uno y otro candidato a la Presidencia de la Sociedad, con la carta aclaratoria de uno de ellos, con otras opiniones (ver aquí y aquí) sobre el tema y, como penúltimo episodio -creo-, con una nueva irrupción en el debate.
En el fondo, me parece que laten dos concepciones de nuestra Sociedad o, mejor dicho, de su papel actual: seguir dedicándose a temas de investigación que, sin duda, han otorgado un status importante a nuestros estudios clásicos en el panorama internacional, o centrarse más en los problemas didácticos de nuestras materias y en la situación penosa de la cultura y las lenguas clásicas en la Secundaria (obligatoria y postobligatoria).
No creo que sean temas excluyentes: para todo hay cabida. Pero sí estoy convencido de que es muy necesario un cierto aireamiento, una mirada atenta a las necesidades de ese momento crucial en el que los alumnos se inician en nuestras materias. Si no, las expectativas de futuro pueden resultar frustrantes.
Quienes no podremos ejercer in situ el derecho a votar, sino que deberemos hacerlo por correo, estamos a la espera de la documentación necesaria para que nuestra papeleta llegue a Madrid antes del 15 de febrero. Mientras tanto, todos haríamos muy bien en madurar una opinión al respecto y en elegir a quienes mejor puedan servir a la cultura y las lenguas clásicas desde la SEEC en tiempos no muy favorables.
"…ceterum censeo Theatrum Saguntinum non esse delendum."
4 comentarios:
No he tingut ocasió de seguir tota la polèmica, però pense que les crítiques rebudes s'han d'interpretar no com un atac a l'actuació particular de determinades persones de l'entorn de la SEEC, sinò com expressió del sentiment generalitzat de descontent davant la ja llarga mancança de comunicació entre els acadèmics universitaris i el professorat de secundària. La investigació i difusió en revistes especialitzades i congresos és una tasca necessària per a la continua formació i motivació dels docentes, si bé es troba a faltar un major interés per la didàctica i metodologia de les nostres especialitats. Es parla sovint de necessitat d'unió. El desig, però, de lluïment personal de molts "olímpics" és incompatible amb açò. Contrariament estem vivint un moment on mai ha hagut major col.laboració entre els companys d'institut, a qui se'ls ha donat per fí veu en aquest tipus d'esdeveniment cultural com el de València, potser perquè ja que no es pot ser aliè a l'impuls i renovació que está coneixent el món clàssic i l'ensenyament del grec i del llatí precisament en les aules. Diga'm pessimista, però jo de fa temps no tinc gaire esperançes que, amb la posició entre victimista i elitista predominant en la SEEC, arribem enlloc. Per aixó vaig preferir fer-me soci de la Societat d'Estudis Neohel.lènics. Χαίρετε πάντες!
Me ha gustado mucho la exposición que haces de esta polémica campaña electoral que estamos viviendo. Yo también creo que hay espacio para todos en la SEEC.
¿Cómo es que un antiguo mandamás de la SEEC, todavía muy influyente, demasiado, manda una carta a los socios para seguir INFLUYENDO, en este caso en la elección? ¿Alguien me lo explica?
Uno de los problemas más generales de la Universidad Española, especialmente en las humanidades clásicas, es que se ha mantenido en una línea de investigación pura, sin atender a la divulgación, que siempre se ha visto como una tarea ancilar, propia de gente sin talento para investigar. Entre tanto, los profesores de secundaria nos hemos tenido que ingeniar para atraer alumnos a nuestras aulas, intentando una renovación de nuestras materias pese a las condiciones precarias en las que las impartimos. La falta de atención de la SEEC a la actualidad didáctica y a los problemas de la educación tanto secundaria como universitaria, quedó patente en el congreso de Valencia.
Así pues, o la SEEC, como toda organización, aprende a adaptarse a los tiempos que corren, o seguirán en una torre de marfil cada vez más estrecha, poniendo en peligro incluso el encomiable trabajo de investigación en filología clásica que se hace en nuestro país.
Sería una pena. Tenemos que poder hacer las tres cosas: investigación, divulgación e innovación educativa.
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