lunes, 23 de octubre de 2006

ANTIGUOS ALUMNOS, NUEVAS AMISTADES

Llevo ya unos cuantos años -catorce- en el mismo Instituto, lo que me convierte en uno de los veteranos del lugar. O sea, que he visto a centenares de alumnos pasar por allí; eso sí, con desigual fortuna. Pero con el correr de los años, la memoria actúa a modo de filtro benefactor, y guarda lo bueno de las experiencias vividas. Es curioso notar cómo olvidamos lo desagradable...

Entre esas experiencias positivas, me sigue sorprendiendo la sintonía que puede llegar a producirse entre un estudiante y un profesor que supera la edad del padre del alumno. Al menos, eso me ha pasado en varias ocasiones a lo largo de estos años, y puedo afirmar que ese hecho ha dado lugar a una amistad singular pero verdadera.
Y de ello puedo hacer memoria gracias a unos acontecimientos bien recientes y variados.

El mes pasado asistí a la boda de Diego, a quien conozco desde segundo de BUP, cuando comenzó a ser alumno mío y tuve que interceder ante su padre para que no pusiera mala cara si su hijo escogía latín y griego al curso siguiente. Desde entonces, hemos hablado muchas veces de todos los temas imaginables y nos hemos escrito cartas kilométricas. Acabada la carrera hace unos años, ahora da clases en el colegio donde cursó toda la antigua EGB.

Recientemente, recibí un correo electrónico de Ana, que acaba de terminar Magisterio de Educación Infantil. De hecho, nunca han faltado sus correos durante los años de sus estudios. Me contaba sus primeras experiencias en la docencia, y dejaba ver lo enamorada que estaba de su profesión. También me escribía para concretar el día de la sesión que cada año tiene con nuestros alumnos de segundo de bachillerato para explicarles los estudios de Magisterio. Este año, además, sabrá transmitirles su pasión por la enseñanza.

Hace una semana, María me escribió un largo e-mail -no era el primero desde que acabó segundo de bachillerato el pasado junio- contándome cosas de su primer mes de universidad, sus inquietudes, sus ilusiones... Desea mantener el contacto con su 'viejo profesor' (paleo-profesor, como le digo yo en broma), lo cual no deja de ser una satisfacción.

De entre los antiguos refranes castellanos hay uno al que me gusta cambiarle el inicio: antes que calumnia que algo queda, prefiero, evidentemente, siembra que algo queda, y no aquel otro que empieza: cría cuervos... y cuyo final cambiante nunca es feliz.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Carissime magister Ludovice, utinam ego quoque in tua schola esse potuissem!.
Iam de mea admiratione ob tua magisteria scis, sed cottidie res novas tecum disco.
Maximas gratias ago tibi ob eam rem, dilectissime amice!

Bueno, mejor pasamos al "cristiano" si te parece :
últimamente no paro un segundo y poco tiempo(escasísimo, diría yo) tengo para "visitar" a los amigos.

No me sorprende lo de Carlos Cabanillas (me estoy enterando ahora, como verás), porque este tipo de asuntos de tanto repetirse parece que no le importa ya a nadie y de eso ya hemos hablado muchos en muchísimos foros. Bueno, si me lo permites amigo Luis, mejor será aclararles a los que no me conocen y leen esto, que no soy profesor sino padre de alumno y que el destino nos unió "virtualmente" por mi afán en querer aprender Latín ya de mayorcito.
Por ello es por lo que digo lo de que no me sorprende lo de Carlos, porque he vivido su "calvario" en muchos frentes desde que me decidí a dar el paso de ser, además de padre de alumno, también alumno propiamente dicho y he tenido la inmensa fortuna de conocer a muchos - magníficos - profesores, cuya única culpa ha sido la de pretender imponer algo de cordura en un asunto de locos y que, por desgracia, algunos de ellos han pasado a sufrir situaciones de enfermedad, otros han terminado arrojando la toalla y dejándose engullir por el sistema del "mejor hacer la vista gorda y mañana será otro día" y alguno incluso a dejar la enseñanza para dedicarse a otros menesteres porque la situación les superaba. De ahí que Carlos, al igual que la mayoría de profesores, siempre tienen y tendrán mi total apoyo y comprensión.

Bueno y para no enrollarme más (¿cuántas veces me has oido decir esto, Luis?) y no abusar de la confianza de uno de mis "profes" favoritos, recalcar que me encantan las historias que narras de lo que sucede en tu día a día y animo desde aquí a tus alumnos/as porque tienen en ti a un inmejorable profesor y amigo.

Espero tener algo más de tiempo para aparecer con más asiduidad, aunque si los mensajes van a ser tan largos como este, mejor que no sea así porque te arruinaría el blog ¿a que sí, Luis?.

Con todo mi aprecio, un fuerte abrazo de tu siempre amigo y alumno canario.
Salvador.

Luis Inclán García-Robés dijo...

Querido Salvador:
En un lenguaje un tanto anticuado, antes se decía: "me abrumas con tus elogios". Pues eso.
Te agradezco mucho tus comentarios, pero intenta hacerme alguna crítica de vez en cuando, hombre.
Un afectuoso saludo.

Anónimo dijo...

Mi querido amigo Luis, el problema es que por mucho que intente buscarte un fallo no hay forma de encontrártelo.

El único que de momento veo es la imposibilidad de encontrar un buen curso de griego al estilo del de latín del profesor Hans Orberg, pero en eso desde luego no creo que tengas tú ninguna culpa.

Tiembla, pues, el día que lo encuentre, porque me tendrás que aguantar mis elogios también en griego (jajajaja...).

Un fuerte abrazo, mi buen didaskalos.

Luis Inclán García-Robés dijo...

Creo, Salvador, que me voy a dar por vencido. Olvidadas las críticas por imposibles, aguantaré estoicamente -y agradecidamente- tus benévolos comentarios.
Un cariñoso saludo.