Ya ha comenzado septiembre, y parece que fue ayer cuando acabó el curso, y mis alumnos/as de segundo de bachillerato se examinaron de selectividad, y se pusieron de los nervios a la hora de los exámenes, y se volvieron a poner de los nervios esperando las notas y, al final, todos y todas aprobaron. Suele ocurrir que son precisamente los buenos alumnos los que más temen un resultado adverso. Quizá porque son más conscientes de los errores que han cometido.
Creo que nada mejor, en la inauguración de este blog, que un recuerdo a esos alumnos y alumnas. Ellos y yo hemos compartido dos años de su vida y de la mía. Quienes se dediquen a esto de enseñar saben que lo más agradable, junto con el positivo aprovechamiento de las clases, es mantener a lo largo del curso un ambiente de grata convivencia, de confianza y de entendimiento. Y creo que, con los naturales altibajos, esa fue la tónica de las clases de latín y de griego durante el curso pasado con mis doce μαθηται και/et discipuli. A todos les deseo que el camino de su vida sea fructífero y frondoso como la foto que ilustra estas líneas. Valete!
Y ahora comienza un curso para intentar alcanzar unos objetivos parecidos. Ojalá que, al acabar, pueda decir que lo hemos conseguido. El punto de partida es optimista, porque el grupo que en breve iniciará segundo de bachillerato es potencialmente bueno. Para hacerlo realidad tenemos bastantes meses por delante.
4 comentarios:
El principio de curso viene cargado de ilusiones y proyectos, y también de un poco de melancolía. ¿Será por el fin de las vacaciones?
Estoy segura de que esta nueva aventura virtual te va a traer muchas alegrías.
Seguimos leyéndonos.
Gracias otra vez, Ana. Tu rapidez en leer entradas de blog es asombrosa.
Yo también espero frutos buenos de esta iniciativa: como los que seguramente tendrás tú también.
Saludos.
¡Qué suerte la tuya, por tener unos alumnos así!
Antonio:
La verdad es que este último curso no me he podido quejar al respecto. ¡Ojalá el que ahora empieza se parezca algo!
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